Entelequia tien su origen en la palabra griega έντελέχεια (entelecheia), combinación de enteles (completo), telos (fin, propósito) y echein (tener). La palabra fue creada por el mismo Aristóteles, siendo posible traducirla como "tener el fin en sí misma". O sea, la entelequia “es un fin realizado” y un “principio activo que convierte la posibilidad en realidad”. Este blog pretende llevar al lector a seguir soñando y desafiando su propia capacidad de imaginar.
sábado, 23 de enero de 2010
Combate Rioplatense
Historias de amores perdidos, amores imposibles y amores por venir son por lo general la inspiración en común de aquellas almas perdidas en un fin de semana, que me tienen a mi como psicólogo de sus vidas prestando oído a sus relatos y conclusiones muchas veces acertadas.
Esa noche, se transmitía por TV una de tantas peleas internacionales por el titulo, nunca me apasiono el box pero me gusta el entusiasmo del publico allí presente, un publico apasionado que elegía ese punto de encuentro para ver y discutir cada round. Los expertos decían que la pelea de esa noche era una de las más esperadas, combatían por el titulo de la categoría Welter el Argentino Ignacio Acuña y el Uruguayo William Sosa.
Había banderas Argentinas traídas por la clientela que adornaban el lugar, en la previa se empezaba a calentar el ambiente con rondas de cerveza bien fría, acompañadas por alguna picada en la que no podían faltar las berenjenas en escabeche, especialidad de la casa.
Al fondo del boliche había una mesa de pool donde se entretenían y pasaban largos ratos algunos aficionados, yo prestaba atención a cada uno de los clientes, una seña o ademan solicitando una vuelta mas para la mesa era la acción mas común, también había quien venia a comer y se animaba a un sándwich de milanesa o una napolitana con fritas o pizzas y empanadas y para la foto, descansando en la heladera mostrador, un matambre con rusa de hace algunas semanas.
A media noche, se anunciaba en el centro del cuadrilátero el esperado combate rioplatense, el primero en aparecer fue el oriental William Sosa, acompañado de su equipo, ingreso al ring con el aplauso de todo su publico, en el bar solo se escucharon silbidos y abucheos. El presentador leyó su historial invicto de 16 peleas de las cuales había ganado 13 por KO. En ese mismo momento ingresaron al bar dos tipos nunca antes vistos por el lugar, se aproximaron a la barra y se acomodaron en el taburete, uno parecía tímido y callado, el otro apoyando su codo izquierdo sobre el mostrador giro su cuerpo para acomodarse y ver la TV que colgaba de un soporte en la esquina del bar.
Les pregunte que se iban a servir, el mas tímido agacho su mirada me pareció verlo muy nervioso, el otro muchacho pidió media docena de empanadas y me dijo que traiga lo mismo para su compañero, además de cerveza para acompañar. En ese mismo momento el bar estallo en gritos y aplausos, se anunciaba el ingreso del Argentino Ignacio Acuña al centro del ring. El presentador leyó su historial invicto de 15 peleas ganadas por KO y 3 por fallo unánime de los jueces. Estaban casi parejos con el oriental que se lo veía saltar y tirar golpes al aire en son de práctica y calentamiento.
Mientras secaba unas copas apunte mi mirada a los dos personajes recién llegados, mi sorpresa fue que se habían comido la docena de empanadas en pocos segundos y me estaban llamado apuntando al matambre legendario que adornaba la heladera mostrador. Pensando en que cada ser es responsable de sus decisiones, les serví una abundante porción que degustaron con entusiasmo, el más retraído parecía frenar un poco a su compañero que seguía pidiendo una cerveza más.
Se desato la contienda, primer round, por lo general, dicen los que saben, que en este asalto se estudian los movimientos del contrincante, se tratan de encontrar los puntos débiles en los que se irán trabajando en el transcurso de la pelea para tratar de ganar la misma. Otra cerveza me pidieron los dos extraños y para acompañar, una pizza de mozzarella bien cargada.
Me pareció que el mas callado advirtió al pedigüeño tocándose los bolsillos y frotando sus dedos índice y pulgar, por un instante sospeche que no tenían dinero, pero mi atención se dirigió al televisor después del grito de los aficionados que vitoreaban un cross directo al mentón del uruguayo propinado por el argentino.
¿Y de postre que hay? ¿Puede ser un flan mixto por favor? Nunca había trabajado tanto el cocinero, por lo general salían pizas y empanadas, alguna picada y de vez en cuando algún pebete, pero estos dos personajes estaban para ser recomendados a un tenedor libre, tenían un hambre.
Un whisky por favor, y también otro para mi compañero, me solicito casi satisfecho mientras encendía un cigarro y se acomodaba desajustando un poco su cinturón. Para ese entonces el uruguayo ya se había repuesto, estaban en el quinto round, al argentino se lo veía entero, con el cansancio obvio del transcurso de la pelea pero mejor que el oriental.
Los dos muchachos se estaban terminando de tomar el whisky, me fui aproximando a ellos, tenia la sensación de que algo iba a suceder, no se si saldrían corriendo o estarían tramando alguna excusa para no pagar. Pidieron la cuenta y sin chistar el mas hablador amago a sacar la billetera, un silencio sepulcral se apodero de la escena, lentamente mire la TV y se veía la imagen repetida de un uppercut del uruguayo propinado al argentino quien estaba a punto de besar la lona.
Exceeeleeeente!, grito bien fuerte el señor mientras dejaba su vaso de whisky vacio sobre el mostrador, golpeando el mostrador se puso de pie y aplaudió la escena repetida por tv una vez mas, se desabrocho la camisa y debajo se pudo ver una camiseta con los colores del Uruguay, yo no se si estaba demente o quería morir ese mismo día, se escucharon murmullos y casi al mismo tiempo me pareció ver como se estaba armando el ring allí mismo, en mi propio bar.
Miles de cosas pasaron por mi mente, los muchachos del fondo se fueron acercando, uno traía el taco de pool apretado fuerte con bronca en una de sus manos, otro se abalanzo sobre el comensal quien esquivo el golpe hábilmente y empujo al pibe haciéndolo trastabillar, el que parecía calladito se levanto y se puso a espaldas de su compañero.
Señalando a uno que no tenía nada que ver, lo acuso de haberle dicho “uruguayo muerto de hambre”. Para mi, estaban ya estaban muertos, no de hambre ya que por todo lo que se comieron habían resucitado, parecían que llevaban días sin probar bocado. La que se venia venir, anunciaba el final de estos dos extraños personajes. Miro a otro que todavía sentado desviaba la mirada para no participar y llamando su atención le dijo “vos también me dijiste uruguayo muerto de hambre”, mirando para ambos lados buscando a quien iban dirigidas las palabras el parroquiano hizo un ademan tocándose el pecho, asintiendo con su cabeza y arremangándose la camisa el uruguayo lo invitaba al centro del bar, para colmo miro a otro cliente y a otro mas y les dijo “a vos y a vos también, los voy a moler a palos”.
Yo sacaba la cuenta, una docena de empanadas, tres cervezas, dos porciones abundantes de matambre con rusa de hace unas semanas, una mozzarella bien cargada, dos flanes mixtos y dos whiskys…
La verdad que no valía la pena, en pocos segundos iban a destruir mi lugar de trabajo, ya se estaban dando participación todos los involucrados, el mas calladito temblaba a espaldas de su compañero que con actitud y entereza animaba en tono desafiante a pelear. Pegue un salto sobre la barra, deje el trapo de rejilla negro como la noche con el que repasaba las copas, me interpuse en la disputa y trate de calmar los ánimos, no me quedo otra que echar a ese par de tipos que no traían un peso en sus bolsillos para pagar por todo lo que habían consumido, no me quedo otra.
Mientras se alejaban de espaldas a la puerta, amenazando a la muchachada, seguí sacando la cuenta, una docena de empanadas, tres cervezas, dos porciones… sí, no valía la pena, cuando salieron se cerro la puerta y se produjo un silencio que duro segundos, mire la TV y el arbitro estaba contando, 7,8,9 KO. El Argentino Ignacio Acuña no se pudo levantar.
lunes, 18 de enero de 2010
Turista en transito
Al aproximarme un poco mas el capataz me freno y me pidió que por favor no de un paso mas, aseguraba que algo malo podría pasarme si no prestaba atención a esta advertencia, pero no sabia explicarme que estaba sucediendo. Mi curiosidad fue mayor así que me aventure a los empujones hasta la puerta misma donde estaba el fin de la cuestión.
A simple vista no vi nada, todo parecía normal pero al dar un paso mas para abrir la puerta, un compañero tiro de mi brazo hacia atrás evitando así mi cometido. Me acusaron de demencia e irresponsabilidad y por unos minutos fui la atención de todos. Mire a mi alrededor mas detalladamente y pude observar una vela encendida, a unos centímetros había otra y otra, así se repetía la escena hasta llegar a la puerta de la obra en construcción.
Al pie de la misma descansaba una pequeña figura muy parecida a Carlos Gardel, en su boca tenia un cigarro sin encender, a su derecha había una copa de vino llena junto a una botella de un tinto reconocido por más de uno de los muchachos que allí se encontraban. Del lado izquierdo, había un sándwich en un plato plástico y al centro, una porción de torta de chocolate.
Todos estaban asustados ya que pensaban que el mismo mandinga se había aparecido para revelar algún mensaje, otros entretejían algunas hipótesis y teorías que apuntaban a un origen común: algo desconocido y maligno.
El sonido de un cencerro llamo mi atención y la de todo el grupo. A unos metros, se aproximaba un personaje que nunca antes había visto. Pelo largo, barba blanca, piel curtida por el sol, vestía una camisa rallada media deshilachada y un pantalón antiquísimo, remendado prolijamente. Completaban su vestuario unos borcegos sin cordones unos números más grandes de lo requerido. Empujaba un carro repleto de botellas y cartones que serian su sustento para el día, me llamo mucho la atención una leyenda escrita al costado de su contenedor con ruedas que rezaba “turista en transito”.
El linyera sin mediar palabras se acerco al volquete donde pretendía encontrar algo de hierro o cartón para reciclar pero se encontró con algo aun mejor, el suceso que a todos nos tenía espantados. Sigilosamente fue acercándose a la imagen, se refregó los ojos para asegurar que lo que estaba viendo era real, por un segundo me pareció verlo relamerse los labios, froto sus manos y presentándose como el mejor, aseguro que era el indicado para resolver este problema.
En primer lugar pidió que abran paso y formen un semicírculo alrededor de la imagen, solicito tranquilidad y recomendó un ejerció de respiración para aquellos que aun temblaban.
Después de haber organizado al grupo se fue a cercando lentamente a la imagen, mostro una reverencia y al agacharse tomo con ambas manos el sándwich que en dos bocados devoro, guardo el plato plástico en uno de sus bolsillos, apunto su mirada a la copa, la tomo en sus manos, disfruto por unos segundos del aroma y saboreo el vino como un excelente catador, guardo la botella con el liquido restante y la copa en su carrito.
A la vista de la multitud se sentó casi satisfecho, les siguió recomendando a todos el orden y que no rompan filas, y ahí estaba el, en medio, solo, parecía invadido por una paz mientras nosotros lo mirábamos degustar la porción de torta de chocolate, por ultimo tomo la imagen de Gardel que acomodo bajo su brazo, casi mimándolo en un abrazo, respetuosamente le quito el cigarro y pidió fuego, las velas ya estaban apagadas, nadie se animaba, no se si me empujaron o salió de mi, pero di un paso al frente y ofrecí mi encendedor, el linyera agradeció mi gesto, le dio un beso a la estatuilla y la acomodo al frente de su carro, me pareció escuchar mientras se iba, entre el humo del cigarro, como le agradecía a esa imagen por la comida que había probado.
Nos quedamos todos sorprendidos y atónitos, nadie podía acotar ni mencionar una palabra, nos quedamos ahí viendo al linyera ir empujando su carrito al son del cencerro que acompañaba su lento paso, nos quedamos con una extraña sensación de alivio y curiosidad, solo nos quedamos viendo como se alejaba para siempre con su carrito, con la leyenda escrita al costado que rezaba: “turista en transito”.
domingo, 17 de enero de 2010
El y Ella
El, era un tipo noble de buen corazón, solitario, vivía enamorado de la vida y diariamente la disfrutaba con optimismo y buen ánimo.
Un día se cruzo por ahí lo mas bello y perfecto que el creador le regalo al hombre, una mujer.
Ella, era de un carácter fuerte y descontrolado, de reacción y ejecución inmediata, forjado quizás por un pasado que aun trata de olvidar.
Sin embargo estas dos almas se vieron reflejadas mutuamente en lo que alguna vez quisieron ser. Sin mediar palabras se dieron a la fuga olvidando por un instante su existencia y con solo una mirada parecía que estaban conectados mutuamente por algo que solo ellos podrían explicar.
No tenían nada en común, el era agua, ella era fuego, pero en ese segundo de silencio donde la vida se hace eterna, se dieron cuenta de que no podrían vivir jamás, sin amor.